Invitadas en el Museo del Prado (martes 19 de Enero de 2021)

He estado dudando casi hasta el último momento, no porque me faltaran ganas pero es que en Madrid seguimos sufriendo los estragos causados por filomena y aún hay calles cortadas por la nieve y placas de hielo a las que les tengo un pánico horrible por posibles resbalones.


Cuando voy al Prado suelo ir caminando es un buen paseito, pero como no sabía en qué estado iban a estar las calles tomé el autobús, que después de una semana ya están operando con normalidad y además era gratis lamentablemente por las escandalosas altas cotas de contaminación que tenemos en la ciudad. Aunque ya nos estamos acostumbrado a confinamientos, cuarentenas, limitando nuestra vida social y actividades culturales desde que empezó el temporal de frío y nieve he estado recluida en casa, más de diez días, solo baje un par de veces al super, así que me moría de ganas por salir y el Museo del Prado me pareció el lugar perfecto para pasear sin peligro a la vista por resbalones a causa del hielo y además quería dar una segunda oportunidad a la Exposición de Invitadas, que ya había visitado hace algo más de un mes y que no me quedé decepcionada. Es cierto que el estado de ánimo influye mucho a la hora de contemplar y conectar con el arte y yo creo que ese día quizá no estaba con mucha energía y también tenía otras expectativas de lo que iba a encontrar en la exposición.


El camino en bus desde casa son unos 20 o 25 minutos y depués he caminado otros 15 más o menos desde la Latina hasta el Museo. Hay mucha nieve todavía por todas las calles, pero también hay caminos limpios por donde puedo ir segura por las aceras, así que ha sido un paseo agradable y he ido tomando algunas fotos.



Desde la apertura de los museos en junio normalmente no hay mucha público, yo además suele ir cuando puedo a mediodía y a esa hora  pues hay mucha menos gente con lo cual es un lujo. Tengo la tarjeta anual de museos nacionales y no puedo hacer reservas online de la hora de visita, pero al llegar no hay nadie esperando en las taquillas y puedo entrar inmediatamente a visitar la exposición, exactamente eran las 15.30h de la tarde.


La exposición de Invitadas trata sobre la situación de mujeres en general y en particular de las mujeres artistas durante el siglo XIX y principios del XX en España. Está dividida por temáticas y se encuentran textos explicativos de las obras y también de Emilia Pardo Bazán que durante toda su vida luchó por la emancipación social e intelectual de las mujeres reivindicando la modernización de la sociedad española.


En la primera sala Reinas intrusas, me quedo un rato observando la obra Pradilla en la que alimenta el mito falso de la locura de Juana I de Castilla recluida en Tordesillas donde aparece con su hija la Infanta Doña Catalina. Inmediatamente conecto con la mirada de Juana, me inquieta y angustia. Ese ambiente oscuro pero a la vez cálido con esos rojos del fuego de la lumbre. La dama y la criada que acompañan a Juana transmiten desgana. Después me quedo embelesada observando con detalle todos los juguetitos de su hija en el suelo, y las diferentes texturas de las alfombras, me seduce este ambiente melodramático. En el siglo XIX se seguía reproduciendo esa imagen de Juana como una loca histérica, aun sabiendo que su angustia no nacía de la locura, sino que su sufrimiento mental venía causado por los abusos de poder y manipulación entre otros de su padre y su marido, que orquestaron estratégicamente un plan para hacer creer que ella era incapaz de gobernar llegando a encerrarla en Tordesillas. La perseverancia, la constancia, la valentía, la tenacidad, la ambición, la fuerza, el liderazgo, la inteligencia eran virtudes que se exaltaban y valoraban en los reyes pero sin embargo si se percibían atisbos de estas cualidades en las reinas eran leídas como inestables, histéricas, locas, apasionadas, descontroladas, desequilibradas, no aptas para gobernar tal y como le sucedió a Juana I de Castilla y a otras muchas. Si os gusta la novela histórica os recomiendo El pergamino de seducción de Gioconda Belli, fácil de leer y se aprende mucho sobre la historia real de Juana.


Las siguientes salas enmarcan las obra en el molde patriarcal de la época, los mandatos de género atribuidos a mujeres y las consecuencias si se osaba a no cumplirlos y el paternalismo que abogaba por la infantilización y la tutela de las mujeres considerandolas incapaces de ser autónomas, independientes. en definitiva de valerse por si mismas. Se esperaban mujeres decentes y obedientes a las directrices de los varones, ya fuera su padre, su esposo o su hermano y así son representadas en muchas de estas composiciones perpetuando esos mandatos de género que supeditan a las mujeres a la autoridad masculina y también muestran el consecuente castigo que sufrirían si no acataban las normas


Artistas como Fillol exponen esta injusta desigualdad en sus obras como en La Bestia humana de 1897. Me impacta por sus dimensiones, la escena es terrorífica. En primer plano aparece una joven que oculta su cara y da la espalda para contener el hostigamiento que la llevará a ejercer la prostitución, mientras que  al fondo un señor que le dobla o triplica la edad espera paciente a que finalmente la joven termine cediendo. 


Al lado vemos otra obra de enormes dimensiones que nos hace partícipe de una dramática escena familiar en la que un padre en presencia de la familia repudia á su hija que se arrodilla implorando perdón junto a una niña posiblemente fruto de una relación extramatrimonial. Un cura que le recuerda a ese padre el deber de perdonar. Eta obra de Luis García Sanpedro Perdonar nos manda Dios! de 1895, narra la historia de las llamadas hijas pródigas que tras abandonar el hogar paterno sin consentimiento vuelven arrepentidas, queriendo sin duda dar un mensaje moral de advertencia a las jóvenes más insumisas y mostrando a través de este tipo de escenas las consecuencias que tendrían sus actos.


En el siglo XX todavía se consideraba que la participación de obras creadas por mujeres no era de calidad suficiente para participar en muchos de los certámenes y muestras artísticas, considerándose indignas y no merecedoras de estar a la misma altura que obras creadas por varones, censurando sistemáticamente sus obras obviando su talento e invisibilizandolas durante siglos.


A principios del siglo pasado, en plena era sufragista los ámbitos artísticos más conservadores no solo trataban de censurar cualquier obra que no cumpliera con valores tradicionales y opresores hacia las mujeres, sino que también se crean obras para promover esta imagen tradicional y así contrarrestar las obras en la que se mostrase a mujeres con actitud más liberada o moderna. Una manola de Ignacio Zuloaga y Zabaleta, nos muestra a una joven, yo diría un poco estirada,  que nos mira con orgullo de saberse que va con sus mejores galas, abanico y mantilla blanca lista para ir a la plaza de toros, reproduciendo el rol tradicional de género esperado de una joven soltera de la época.


Las mujeres han sido vetadas de la formación  especializada artística durante siglos  y como consecuencia tuvieron una gran dificultad para hacer de su talento su profesión. Muchas de ellas se consideraban artistas de segunda, sin duda el mensaje patriarcal que se nos envía a las mujeres para relegarlos a la esfera de lo privado del mundo de los cuidados ha calado en cómo nos vemos, en la construcción de nuestra autoestima. Hay que deconstruir para poder avanzar sin dejarse atrapar en la oscuridad de estos mensajes de censura que merman nuestra imagen y que nos impiden visualizarnos como mujeres con talento y merecedoras de reconocimiento y éxito. Estas mujeres no se ven a sí mismas como artistas y aunque algunas de ellas si se representan en autorretratos con los atributos de una pintora otras prefieren ensalzar en sus autorretratos sus cualidades como mujer y señora de clase alta, así los muestra Julia Alcayde en su autorretrato que se presenta a sí misma como una señora de su tiempo a pesar de que dedicó toda su vida a la pintura, a diferencia del autorretrato de Luisa Vidal que sí aparece con su paleta colores y su lienzo.




Y después de 9 salas o secciones por fin encuentro la primera obra creada por una mujer, la florida composición de María Luisa de la Riva, Puesto de flores de 1885.  Ella igual que otras muchas pintoras que la precedieron como Clara Peeters o Rachel Ruysch se especializaron en bodegones y floreros al no poder acceder a estudios, como por ejemplo de la anatomía humana y así poder dedicarse a otros géneros. Más adelante en otra sala se encuentran espectaculares bodegones y floreros creados por ella y por la asturiana Julia Alcayde y Montoya.


          

Durante buena parte del siglo XIX las mujeres artistas se dedicaron a copiar a los considerados grandes maestros como Velázquez y Murillo, en una de las salas se encuentran algunas obras realizadas por Rosario Weiss y Emilia Carmena y también hay obras de mujeres especializadas en miniaturas como Adriana Rostan.


Continuo y me encuentro con una de mis obras favoritas El Cid de 1879 de la artista francesa Rosa Bonheur. Una artista que gozó de un prestigio equiparable al de sus colegas varones. Esta obra es un retrato de un león que nos transmite los atributos propios de este felino, su lealtad y nobleza a través de esos colores tostados, naranjas y marrones en contraste con el fondo azul. Rosa tuvo que solicitar permiso en varias ocasiones  a la policía de París para usar pantalones y así poder ir más cómoda y realizar sus  estudios a través de la observación de animales en ferias de ganado. Un ejemplo del resultado de estos estudios es la Feria de caballos en MET de Nueva York y que tuve el placer de  poder contemplar hace un par de años, impresiona las grandes dimensiones, la fuerza y el realismo de los movimientos de los caballos y la perspectiva que es inmejorable. Con razón está considerada una maestra en este género de retrato de animales.

Mi visita a la exposición termina contemplando el autorretrato a escala real de Maria Roesset o Maro como era más conocida.  Nos despide con su mirada fija, inquietante. Se aprecia la fuerza de sus pinceladas transmite entereza y los potentes colores oscuros en tonos rojos y negros infunden seguridad y misterio. Fue una de las mujeres vanguardistas que desafió los convencionalismos sociales de la época introduciendo una manera muy personal en la escena artística del momento.



Esta ha sido mi crónica de Invitadas y esta segunda vez la he disfrutado más pero aun así he echado en falta más obras de mujeres artistas, creo que hay demasiadas obras de artistas masculinos y claro pues parece que las obras de las mujeres artistas fueran solo unas invitadas y no las protagonistas que yo me esperaba. Bueno han cambiado muchas cosas desde entonces, pero amigas, amigos y amigues nos queda mucho, queremos mas obras creadas por mujeres en los museos, en los teatros, en los cines, que nos cuenten la otra mitad de la historia que nos ha sido vedada. El Museo del Prado cuenta con unas 7000 obras de las que expone en circunstancias fuera de pandemia unas 1200 al publico. en su colección solo tiene a tres mujeres artistas.


La música que habéis ido escuchando que podéis encontrar en spotify por orden son,

I want to break free- Russian Red

Reina del Caos- Rebeca Lane

Mi cuerpo es mío - Krudas Cubensi

La puerta violeta - Rozalen

La llorona- Chavela


Podcast Invitadas


Hasta la próxima!


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